Un lugar donde vas a encontrar todo eso que te hace temblar por las noches y festejar durante el día. Disfrutalo.
sábado, 9 de octubre de 2010
Elemental mi querido Watson
Invoco mediante estas palabras al detective predilecto del mundo de la investigación. Alabado sea Sherlock.
''Sherlock Holmes cogió la botella del ángulo de la repisa de la chimenea, y su jeringuilla hipodérmica de
su pulcro estuche de tafilete. Insertó con sus dedos largos, blancos y nerviosos, la delicada aguja, y se
remangó la manga izquierda de la camisa. Por un instante sus ojos se posaron pensativos en el musculoso
antebrazo y en la muñeca, cubiertos ambos de puntitos y marcas de los innumerables pinchazos.
Finalmente, hundió en la carne la punta afilada, presionó hacia abajo el delicado émbolo y se dejó caer
hacia atrás, hundiéndose en el sillón forrado de terciopelo y exhalando un profundo suspiro de
satisfacción.
Sin embargo, ya fuese efecto del Beaune que yo había tomado en la comida, o la irritación adicional que
me producía el proceder de extrema deliberación con que Holmes actuó, el hecho es que aquella tarde
tuve la súbita sensación de que no podía contenerme por más tiempo, y le pregunté:
—¿Qué ha sido hoy: morfina o cocaína?
Levantó sus ojos con languidez del viejo libro de caracteres góticos que había abierto.
—Cocaína —dijo—. Una solución al siete por ciento. ¿Le gustaría probarla?
—De ninguna manera —contesté con brusquedad—.
¡Reflexione usted! —le dije con viveza—. ¡Calcule el coste resultante! Quizá su mente se estimule y se
excite, según usted asegura; pero es mediante un proceso patológico y morboso, que provoca cambios en
los tejidos y que pudiera dejar al cabo de un tiempo una debilidad permanente. Sabe usted, además, qué
funesta reacción se produce cuando finalizan sus efectos. Le aseguro que es un coste demasiado caro.
¿Para qué correr el riesgo, por un simple placer pasajero, de perder esas grandes facultades de que usted
se halla dotado? Tenga presente que no le hablo tan sólo como amigo, sino como médico a una persona de
cuyo estado físico es, hasta cierto grado, responsable.
Juntó las puntas de ambas manos, apoyó los codos en los brazos del
sillón, como quien siente deseos de conversar, y dijo:
—Mi mente se subleva ante el estancamiento. Proporcióneme usted problemas, proporcióneme trabajo,
déme los más abstrusos criptogramas o los más intrincados análisis, y entonces me encontraré en mi
ambiente. Podré prescindir de estimulantes artificiales. Pero odio la aburrida monotonía de la existencia.
Deseo fervientemente la exaltación mental. Ahí tiene por qué he elegido esta profesión a que me dedico...''
Dios (que es un gigante que usa túnica blanca, está en todas partes pero nadie lo vió JAMAS y que tiene pelo blanco) salve a Sherlock Holmes.
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